En un escenario similar al del mes previo, se evidencian valores positivos en cinco de los diez indicadores que integran el ICA-ARG. Entre ellos se destacan la producción agrícola, las importaciones y las remuneraciones totales a los empleados registrados del sector privado. En contraposición, como puntos negativos resaltan caídas persistentes en la actividad industrial, la construcción y la recaudación nacional, además del deterioro en el empleo registrado durante los últimos meses.
Observando los balances trimestrales del ICA-ARG, con el dato de septiembre se cierran dos trimestres consecutivos con caídas. Además, el índice de difusión de las series coincidentes[1] disminuyó hasta ubicarse en torno al 25,0%, luego de encontrarse encima del 75,0% en los primeros meses del año.
Por su parte, el Índice Compuesto Líder de Actividad de Argentina (ILA-ARG) también presenta un deterioro notorio desde febrero. En septiembre tuvo su séptima variación mensual negativa consecutiva, con una contracción del -0,3%.
A pesar de un aminoramiento en la magnitud de la caída en agosto y septiembre, todos los indicadores de seguimiento del ciclo económico indican un escenario recesivo a partir del segundo trimestre del año. La alta volatilidad en variables clave para la economía –particularmente el tipo de cambio y las tasas de interés–, tuvieron un efecto negativo en la actividad en los últimos meses, a lo que se sumó la incertidumbre política propia de un año electoral.
Con este último factor despejado después de las elecciones del domingo 26/10, será necesario consolidar un modelo de política económica que determine un cambio de expectativas y permita sentar las bases para retomar una senda de crecimiento de largo plazo.

