El proceso de recolección de girasol y maíz temprano, en todos los departamentos del área de estudio, estuvo regulado por las lluvias y los altos porcentajes de humedad ambiente, se lentificó y prolongó, con consecuencias para los diferentes estados fenológicos de la cosecha gruesa.
Dichas características revirtieron y consolidaron los diferentes estados de los sembradíos, principalmente soja temprana, soja tardía, maíz tardío y sorgo granífero, los que mostraron reacciones favorables ante la disponibilidad de agua útil en los perfiles de los suelos, que fue desde buena a muy buena, en los departamentos del sur – centro y este del SEA, pero, en el resto del área continuó siendo muy heterogénea y compleja.
Los montos de agua caída acumulada, con promedios mínimos y máximos, fueron los siguientes:
Los rendimientos obtenidos, se mantuvieron en alguna zona particular y se fortalecieron en otras, con promedios mínimos que oscilaron desde 12 a 14 qq/ha, medios de 24 a 26 qq/ha y máximos de 31 a 32 qq/ha, con lotes puntuales que llegaron a 40 qq/ha, considerados como muy buenos, mejores de lo esperado, por el sector productivo
Se obtuvieron los siguientes resultados:
Ø En el sector norte, los rendimientos promedios mínimos oscilaron desde 58 a 60 qq/ha, con máximos de 65 a 68 qq/ha y en lotes puntuales se lograron 70 qq/ha.
Ø En el sector centro, los rendimientos promedios mínimos variaron desde 65 a 70 qq/ha, con máximos de 85 a 95 qq/ha y en lotes puntuales se contabilizaron 120 qq/ha.
Ø En el sector sur, los primeros lotes, los rendimientos promedios mínimos fueron desde 65 a 70 qq/ha, con máximos de 85 a 100 qq/ha y en lotes puntuales se alcanzaron 110 qq/ha.
No ocurre lo mismo en casi la totalidad de los del norte, donde otra vez no se registraron precipitaciones, por lo que presentaron síntomas y daños dado el estrés térmico o déficit hídrico soportado.
Como consecuencia de las condiciones ambientales, nuevamente se observó en los sembradíos la aparición y desarrollo de malezas, lo que obligaría a la realización de nuevos controles, los que no se habían efectuado por razones ambientales o económicas.
Los primeros resultados de los rendimientos promedios, resultaron bajos, fluctuaron desde los 1.000 a 1.200 kg/ha. Los lotes en peores condiciones, cuyos rendimientos oscilaron los 400 kg/ha o menos, fueron derivados a una segunda etapa de recolección.
Las características ambientales actuales no fueron las óptimas, el estrés térmico culminó, no así el déficit hídrico que persistió, además se incrementó el número de ejemplares del picudo algodonero, por lo que se llevaron a cabo nuevas aplicaciones, que modificaron los costos iniciales